Autor: Ashura Kanajiro
Fecha de elaboración: 4 de agosto del 2011
Capítulo único
Con todo el cariño del mundo dedicado a Daniii ^^
Desde un séptimo piso observo la cuidad, la humanidad. Mis recuerdos me atrapan, todo lo que creí odiar, todo lo que quería evitar cuando era un ángel, lo he hecho…tanto daño, tanto sufrimiento, a cuantos no he mentido, engañada, utilizado y herido en mi poco tiempo aquí…pero… ¿Qué era de esperarse? Si soy un demonio en un cuerpo humano, un alma atrapada en un recipiente, solo eso.
Me siento en el barandal.
<< ¿Para qué se les otorga una vida a los humanos?>> Es la pregunta que cruza mi mente mientras miro hacia abajo, el paisaje es el mismo que solía ver, criminales, malas personas en cada esquina, el mundo se ve sombrío. Es entonces cuando reconozco mis errores, me doy cuenta de que no sirvo como ángel y ahora veo que tampoco como humano… mi único destino siempre ha sido ser un demonio.
Me pongo de pie, miro hacia el cielo como buscando algo, pero solo encuentro desesperación, dolor, tristeza, la mezcla de todos esos sentimientos, mi corazón se siente aprisionado, soy tan débil como cualquier otro humano, cierro mis ojos y en un intento desesperado de mi alma por salir de este cuerpo, me arrojo hacia el final, esperando encontrar una salida a este sufrimiento.
Pero es inútil, sigo de pie en ese mismo lugar, puedo sentir como alguien me ha tomado con ambos brazos, abro los ojos, volteo por completo.
-¿Un chico?-
Un chico que ni siquiera conozco me ha detenido en mi intento de suicidio, me quedo sin habla al mirarlo mientras él me sujeta fuertemente, como si no quisiera perderme.
Me jala hacia atrás, permanezco aún entre sus brazos -¿Acaso estás loca?- Me lo pregunta seriamente e inclusive se nota molesto.
-¿Porqué lo hiciste?-
-¿A qué te refieres? Es obvio, no iba a dejar que murieras, o mejor dicho, que te suicidaras-
Ahí permanecimos un momento, él me miraba continuamente, quizás esperaba que le agradeciera, no lo sé, pero no le dirigí una sola palabra más.
-Oye, sé que la vida es difícil y un poco complicada, todos tenemos problemas, pero esta no es la salida-
-¿Pretendes darme lecciones de cómo vivir?-
-No, yo solo digo…-
-No son necesarias, no entenderías mi situación-
-Quizás si me dieras la oportunidad de escucharte- Una gota de agua cayó sobre su rostro, estaba por comenzar a llover así que entramos y bajamos por las escaleras, el edificio no estaba en uso así que no nos arriesgamos a bajar por el elevador.
-¿Cuál es tu nombre?-
-Sigues insistiendo en una conversación, ¿acaso no puedes solo guardar silencio y dejarme con mis problemas?-
-Tranquila, estás algo alterada, pero tenemos aún cinco pisos que bajar, no sería mala idea al menos unas palabras-
-Mi nombre humano no tiene importancia, a decir verdad lo detesto, pero puedes llamarme Ashura-
-¿Ashura?... realmente un nombre no cambia a la persona que lo lleve, pero si es así como te gusta que te llamen, así lo haré-
Piso tras piso continuamos bajando, el muchacho hacía muchas preguntas, demasiadas en mi opinión, en la mayoría solo me limitaba a contestar de manera breve y cortante. Al llegar al final la lluvia ligera era ya una tormenta.
-¿Planeas irte con este clima?-
La lluvia no cesaba y no parecía tener esa intención.
-Es hermosa- Dijo con la mirada centrada en el paisaje al mismo tiempo que se sentaba en un escalón.
-La lluvia quiero decir-
-Por supuesto que lo es- Me senté a su lado y comenzamos a conversar quizás fue el clima lo que me animó a eso, o tal vez el chico me agradaba de cierto modo.
Poco a poco me di cuenta de las cientos de cosas que teníamos en común, éramos sin duda muy diferentes y a la vez muy parecidos
<< ¿Qué es esto? ¿Qué siento? ¿Por qué puedo confiar en él sin temor a nada?>> No tenía respuestas a mis propias preguntas, pero no me importó, me olvidé de todo, solo éramos él y yo en ese instante.
Por fin la lluvia para por completo, me doy cuenta de que debo irme ya que es muy tarde.
-Perdón por las molestias- ¿Perdón? ¿En serio era yo quien se disculpaba? ¿Desde cuándo me interesan los humanos?
-No tienes de qué disculparte, me alegra haberme cruzado por tu camino, de la manera menos esperada encontré a alguien poco común, una chica sin duda admirable-
Su mirada consiguió que me sonrojara al encontrarse con la mía; ¿qué tenía su mirada de especial?, era profunda y en ese momento alegre, pero no era sólo su mirada, era todo él, su voz, sonaba tan realista, seguro de sus palabras, y sobre todo su actitud, me apoyó cuando más necesitaba alguien, me dio la ayuda que por mi orgullo, jamás pedí, me escuchó, lo escuché, temas que no cualquiera tocaría y que menos entenderían, de alguna manera la comunicación entre ambos era fuera de lo normal y él sintió lo mismo, estoy segura.
Tuvimos que despedirnos, no sin antes intercambiar todos los datos posibles, era una gran persona y como amigo de aquellos que pocas veces puedes encontrar.
Ahí comenzaron los mensajes y llamadas, nos vimos en otras ocasiones para platicar hasta que él tuvo que irse definitivamente, cuando me lo dijo comprendí la situación, ya llevaba un buen tiempo en mi país, el suficiente para llegar a quererlo tanto, pero sin duda un nuevo amigo no llena ese espacio que ocupa la familia y los amigos de infancia, era obvio para mí que debía despedirme acordamos que a pesar de todo siempre estaríamos comunicados de una manera u otra, siempre ocuparía un lugar importante en mi vida y esperaba que también me recordara, que guardara mi recuerdo quizás no en su mente, pero sí en su corazón.
Durante nuestras últimas horas juntos me puse a reflexionar, cuando de pronto me saca de mis pensamientos tras una pregunta.
-Dime… ¿me quieres?-
-¿Te quiero?- ¡Querer! Ese sentimiento, sin duda lo he sentido antes, pero lo había olvidado, ya ni siquiera me quería a mí misma, por eso intenté el suicidio, ahora que lo tengo a él, sin duda he recuperado parte de mi esencia, mis sentimientos, aquellos buenos sentimientos que el odio y el dolor me habían quitado.
-Te quiero y muchísimo, para mí eres la luz en todo mi mundo lleno de oscuridad, eres lo que me permite seguir adelante- Esa fue mi respuesta, al parecer algo inesperada por la cara que puso.
Lo acompañé hasta el aeropuerto, iba muy serio, es de los que siempre tienen algo para decir, por lo que me pareció raro, como si se guardara algo, o le temiera.
-¿Estás bien?-
-Sí, ¿por qué lo preguntas?-
-Pareces distante, es normal que se esté algo triste, pero te veo diferente a eso-
-Yo al contrario te veo muy bien, se podría decir que brillas, te hace ver más hermosa-
Normalmente habría ignorado sus palabras, después de todo, cuantas veces no he escuchado esa mentira, pero no fue así, yo no estaba normal, sentí como si mi rostro hirviera y mi corazón se sintiera acelerado, sus palabras sin duda eran sinceras tanto que me hicieron olvidar mi pregunta principal y me puse algo nerviosa.
-La primera vez que nos hablamos me contaste tantas cosas, Ashura- soltó un suspiro al pronunciar mi nombre, luego sonrió para continuar.
-Tu pregunta no debería ser ¿qué soy? Sino ¿Cómo me siento? Aquí y ahora, ¿Te sientes como un demonio?-
-No lo sé, he estado confundida desde que tú apareciste-
-Entonces dime… lo que sientes… que me quieres, ¿crees que si fueras un demonio podrías hacerlo?-
Sin duda me estremeció, me di cuenta de que había comenzado a cambiar, ya no era un ángel, tampoco un demonio, ni siquiera creo ser humana.
-Que tonterías dices-
-Antes de marcharme tengo una última cosa que contarte- Asentí con la cabeza y lo escuché atentamente.
-Tú y yo compartimos un mismo origen, como ángeles y guardianes, tú terminaste odiando a los seres que debías querer, así perdiste tus alas y te transformaste en lo que se podría llamar un demonio, una vez que se te convirtió en humana a mí se me otorgó la tarea de ser tu ángel, vivir a tu lado para protegerte.
Entonces me dijo algo que no esperaba pero que realmente quería.
-Mientras más tiempo te veía, mientras más te conocía, más me enamoraba de ti y no podía dejar de pensarte ni un solo instante. Sé que cometí un tabú al enamorarme de ti, pero estoy dispuesto incluso de perder mi cargo como ángel si de esa manera se me permite estar a tu lado-
Me confesó sus sentimientos, por primera vez no era solo un demonio, era mucho más, era su mundo y él era lo que yo tanto necesitaba.
-¿Vivirías también como humano?- Le pregunté con preocupación.
-Así es-
-No quiero eso para ti-
-¿Qué? Acaso eres tan egoísta y orgullosa para negarme el poder estar a tu lado, aún cuando es claro que sientes lo mismo por mí-
-Estaremos juntos, lo prometo-
-Ahora entiendo menos-
-Ambos comenzamos siendo ángeles, es ahí donde pertenecemos-
Él lo comprendió todo, viviría el tiempo que fuese necesario como ser humano, aprendería de la vida y en el momento que Dios creyera justo yo regresaría a donde pertenezco, de esa manera estaríamos juntos por toda la eternidad.
Pero… siempre debe haber un pero… el mío no es la distancia que nos separa, el mío es el miedo. Es curioso, jamás creí conocer el miedo, hasta ese momento, ¿a qué le temía? ¿A que me traicionara? ¿A que me mintiera? ¿Al hecho de que él cambiara de opinión? ¿A que sólo fuera un juego y nada más? Por supuesto que no, confío plenamente en él, a lo que temía era a mí, al poder lastimarlo, sólo causo destrucción como cualquier otro demonio, sin importar mi apariencia y limitaciones humanas, termino siendo un demonio, la posibilidad de lastimarlo me hizo pensar y sin darme cuenta una lágrima cayó por mi mejilla.
Bastaba me mirara para entender como me sentía, me tomó entre sus brazos y suavemente besó mis labios.
-Estoy seguro de mi decisión, no quiero que temas nunca más, siempre estaré para ti-
Le di a conocer mi verdadero yo plenamente, nunca hubo máscaras entre nosotros, aún sabiendo todo, mi pasado, mi forma de ver las cosas, mi actitud tan fría, él mantuvo su decisión.
Fue cuando lo abracé fuertemente y no contuve mis lágrimas, que esta vez eran de felicidad porque había encontrado a ese ser que tanto anhelaba.
-Es hora de irme-
-Entiendo-
-A partir de ahora no podrás verme o escucharme como solíamos, pero así como has prometido regresar a mi lado, te prometo que esperaré por ti el tiempo que sea necesario-
El partió, mi querido ángel, el que fue mi gran amigo, aquel que quería más que nada, más que todo, quería correr y detenerlo, pero no podía hacer nada para evitar que se marchara. Al perderlo de vista entre la multitud sabía que él había regresado a su lugar.
La oscuridad aún prevalece en mi interior, pero ya no hay miedo, tampoco odio, ahora hay más luz, existe esperanza y sobre todo existe amor. La vida es difícil, me tira todo el tiempo, y ha habido ocasiones en las que no quiero volver a levantarme, sin embargo, Dios se dio cuenta desde un principio que no podía sola, por más fuerte que fuera, por más decidida que estuviera; fue por eso que decidió enviarme a un ángel, un apoyo, y le doy gracias por haberte escogido a ti.
Esta es la historia del pequeño ángel que por odio cayó como demonio, el demonio que fue condenado a vivir como humano, el humano que ahora se siente princesa de un cuento de hadas.
FIN